Una corriente de opinión liderada por Ecuador Libre, viene insistiendo de manera reiterada que en la coyuntura actual, con una economía estancada que destruye empleos, se requiere entre otras medidas, de una reforma tributaria que cambie la estructura impositiva, eliminando impuestos como el ISD que frena la entrada de capitales y otros que afectan a los precios relativos, y una reforma arancelaria que racionalice los niveles de los aranceles para reducir su dispersión y reducir costos internos. Esas son las reformas que hay que emprender para reactivar la economía.
Por el otro lado hay economistas que mantienen que lo que se necesita es subir la carga impositiva para reducir el déficit fiscal y proteger la reserva internacional. Mantienen que estimular el consumo mediante una reducción de impuestos agravaría la situación del sector externo que es al final de cuentas el que alimenta la liquidez interna de la economía.
Revisemos algunas cifras para establecer si el argumento de actuar sobre el consumo causaría una salida de divisas que pondría en peligro al sistema monetario. Si tomamos una serie histórica que considere los últimos siete años, podemos observar que el PIB, es decir la producción de bienes y servicios en la economía, representa en promedio alrededor del 80% de la oferta agregada, en cambio las importaciones contribuyen con alrededor del 20% de la misma. Es decir, lo que consumimos los ecuatorianos, es cuatro veces mayor a lo que importamos. Pero, si desagregamos la cifra de importaciones, se observa que las materias primas, bienes de capital y combustibles que se requieren para la producción, representan en promedio el 15% de la oferta agregada dejando a los bienes de consumo duradero y no duradero el 5% restante.
Por consiguiente, lo que las cifras nos están diciendo, es que al estimular el consumo habrá mayor importación de materias primas y bienes de capital para incrementar la producción interna para de esa manera satisfacer el crecimiento del consumo de los hogares, incidiendo positivamente en el crecimiento y en el empleo. Las importaciones de bienes de consumo sobre el total de la oferta agregada son relativamente pequeñas para que ocasionen una catástrofe en la balanza comercial y por ende en la cuenta corriente de la balanza de pagos. De ahí, que dada la estructura de la oferta agregada, se hace necesario bajar los impuestos y eliminar otros para estimular el consumo y a través del mismo incentivar la producción interna de bienes y servicios.
Tomemos otra información importante por el lado de la demanda interna. Históricamente el consumo de los hogares es la variable principal de la demanda interna. En los últimos años ha representado alrededor del 50% de la demanda agregada, por lo cual es sobre esa variable que hay que actuar para reactivar la economía. Al reactivarse el consumo de los hogares, crecerá la inversión privada constituyéndose en el tiempo en el motor del crecimiento de la economía y en generador de empleo.
El crecimiento de la economía, aumentará a su vez el excedente disponible para exportar, generando divisas adicionales que requiere la economía para reforzar la liquidez interna y las disponibilidades de crédito. Una reforma tributaria y arancelaria como la propuesta, genera un círculo virtuoso que finalmente genera crecimiento y empleo. Por lo tanto, no es una tontera recomendar una baja de impuestos y aranceles en la actual coyuntura en contraposición de quiénes mantienen la tesis contraria. Ese es el camino que hay que escoger para lograr la reactivación de la economía e incrementar la recaudación sin aumentar la carga impositiva.
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